viernes, 14 de noviembre de 2025

Fábula: El taller del tiempo

En un pequeño taller de madera vivían dos herramientas muy distintas. La primera era un martillo brillante, fuerte, pero impaciente; siempre quería terminar todo rápido, sin detenerse a pensar. La segunda era una pequeña lima de metal, modesta y silenciosa, que avanzaba lento, pero constante, dedicando tiempo a cada detalle.

Un día, el maestro artesano les dio la misma tarea: pulir una pieza de madera hasta dejarla perfecta.

El martillo golpeó la superficie con prisa, confiado en su fuerza. Terminó rápido, pero la pieza quedó marcada, dispareja y con astillas. Molesto, culpó al tiempo, al material y a la tarea.

La lima, en cambio, comenzó despacio. Observó la pieza, planificó sus movimientos y trabajó poco a poco. No parecía avanzar, pero cada trazo era firme y cuidadoso. Al final del día, su pieza brillaba suave y pareja. El artesano sonrió satisfecho.

El martillo, frustrado, le preguntó a la lima cómo lo había logrado.

La lima respondió:

—No soy más fuerte que tú. Solo aprendí a organizar mi tiempo, a observar antes de actuar y a trabajar con constancia. Eso es lo que realmente transforma cualquier tarea.

Desde entonces, el martillo comprendió que el camino rápido no siempre es el mejor, y que la paciencia y la organización eran herramientas más poderosas que cualquier golpe.

Fábula original de Ángel Hernández, creada como recurso formativo para la autogestión del aprendizaje.

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